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There is a deep desire in my soul to know what life after earthly life is like. I miss my mother very much. And sometimes I daydream thinking about how they relate to each other in heaven.
As I tried to imagine that state, I felt like there was an emptiness inside me. I remembered that a few days before my aunt died, although loving, she was disconnected from everyone. I noticed the same behavior in my sweet and loving mother.
I didn’t know that my firstborn had died yet, and as I was heading to the hospital, I heard very clearly in my spirit, “Your relationship has changed. He’s no longer your son, he’s now your brother.” And somehow, I can’t explain it, something inside me snapped. And I felt him as my brother. It was a sense of admiration and respect for where he was now.
I began my journey to discover what it is like to live in heaven. His death left me dead for five years, until the Lord restored my soul with my first grandchild. His death was the cruelest and most debilitating pain I have ever suffered in my life. But, every day I am learning a little more about life in heaven.
What I have learned about life in heaven is that love there is mature, there is no more childish behavior. On earth, love is immature. I only love “myself.” The child we once were never grew up and often now makes decisions for us. This is why we don’t even know ourselves, what we love now, we might hate tomorrow. Love is not a feeling, it is a knowledge. And honestly we don’t even know ourselves, let alone others, we don’t have the ability to truly love, because love is knowing.
“For now we see only a reflection as in a mirror; then we shall see face to face. Now I know in part; then I shall know fully, even as I am fully known.” (1 Corinthians 13:12 NIV).
People in heaven have full knowledge, so they act in mature and perfect love. Full knowledge does not misunderstand or give with the intention of receiving recognition. On earth, the purest love is that of a mother, and it even competes with the affection of the baby. On earth we are so attracted to emotions that we are compelled to show love in order to feel loved. On earth we have a chronic security deficit, we long to be recognized and appreciated, otherwise we are miserable. Not so in heaven! Living in heaven is pure Divinity, a community of saints!
This is my Story! What’s Yours?
¿Cómo es vivir en el cielo?
En mi alma hay un profundo deseo de saber cómo es la vida después de la vida terrenal. Extraño mucho a mi madre y a veces sueño despierta pensando en cómo se relacionan entre sí.
Mientras intentaba imaginar ese estado, sentí que había un vacío dentro de mí. Recordé que unos días antes de que mi tía muriera, aunque cariñosa, estaba desconectada de todos. Noté el mismo comportamiento en mi dulce y amorosa madre.
Aún no sabía que mi primogénito había muerto, y mientras me dirigía al hospital, escuché muy claramente en mi espíritu: “Tu relación ha cambiado. Ya no es tu hijo, ahora es tu hermano”. Y de alguna manera, no puedo explicarlo, algo dentro de mí se quebró. Y lo sentí como mi hermano. Era una sensación de admiración y respeto por dónde él estaba ahora.
Comencé mi viaje para descubrir cómo es vivir en el cielo. Su muerte me dejó muerta durante cinco años, hasta que el Señor restauró a mi alma con mi primer nieto. Su muerte fue el dolor más cruel y debilitante que he sufrido en mi vida. Pero, cada día estoy aprendiendo un poco más sobre la vida en el cielo.
Lo que he aprendido sobre la vida en el cielo es que el amor allí es maduro, ya no hay comportamientos infantiles. En la tierra, el amor es inmaduro. Solo me amo a “mí mismo”. El niño que una vez fuimos nunca creció y a menudo ahora toma las decisiones por nosotros. Esta es la razón por la que ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos, lo que amamos ahora, mañana podríamos odiarlo. El amor no es un sentimiento, es un conocimiento. Y sinceramente ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos, y mucho menos a los demás, no tenemos la capacidad de amar de verdad, porque el amor es conocer.
“Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” (1 Corintios 13:12).
Las personas en el cielo tienen pleno conocimiento, por lo que actúan en un amor maduro y perfecto. El pleno conocimiento no malinterpreta ni da con la intención de recibir reconocimiento. En la tierra, el amor más puro es el de la madre, e incluso compite con el cariño del bebé. En la tierra nos atraen tanto las emociones que nos vemos obligados a demostrar amor para sentirnos amados. En la tierra tenemos un déficit crónico de seguridad, anhelamos ser reconocidos y apreciados, de lo contrario somos miserables. ¡No es así en el cielo! ¡Vivir en el cielo es pura Divinidad, una comunidad de santos!
¡Esta es mi historia! ¿Cuál es la tuya?